domingo, 28 de diciembre de 2008

Listán y hule

Mi amigo David, el pesao ese que escribe libros de cine, acaba de despeñarse él solito por el precipicio de la narrativa corta, motivo por el cual me invitó el pasado sábado a la presentación del libro que él, y otros once periodistas y compañeros del norte de Tenerife, acaban de escribir en comandita con fines benéficos. Quiere el hombre, una vez más, que yo deje constancia aquí de ello, y voy a hacerlo aunque sólo sea porque he disfrutado de su relato, toda vez que, ya les adelanto, va de adulterios, que es la clase de cosas en las que piensan los tipos como yo.


Se trata, como ven, de Listán y Hule. Historias de guachinches, que el veterano periodista Francisco Belín me ahorra describir gracias a una entrada en su exquisito Comer bien, blog dedicado a la gastronomía, y que se compone, en concreto, de doce cuentos inspirados en estos conocidos establecimientos isleños. A ellos se suma el prólogo del periodista Juan Cruz, las ilustraciones de Sergio Fernández-Montañes y la presentación a cargo del restaurador Abraham Barroso.

Debo decir que no fui demasiado borracho a dicha presentación, y a fe que me habría arrepentido de hacerlo, porque el acto, que logró llenar hasta los topes el salón del Liceo de Taoro orotavense (cosa nada fácil cuando se trata de libros, por cierto) se desarrolló envuelto en un sentido del humor bastante cercano al mío, esto es, en las antípodas de la pedantería que suele envolver este tipo de saraos. Una actriz de falda y tanga bastante aventureros contó un cuento al principio; luego se habló de cada relato de forma supuestamente improvisada, con dardos al estomagante Chago Melián que hicieron las delicias del público, no así del alcalde y sus acólitos, quizá, aunque quién sabe. Después, un dúo de cuerda nos puso la carne de gallina a más de uno. Y, al final, se sirvió un ágape con productos de la tierra y mucho vino, que todo el mundo degustó como si no hubiera mañana.



Con todo, la verdadera protagonista, digo yo, del asunto, fue la solidaridad mostrada precisamente por ese público, que no agotó sólo las viandas sino también los cerca de 200 ejemplares disponibles para esta puesta de largo, y de cuyos beneficios, insisto, no verán los autores un duro por cuanto todo se destinará a Aspronte (Asociación Familiar Pro Discapacitados Intelectuales de Tenerife). Si lo quieren, pueden encontrarlo en las principales librerías de Santa Cruz (La Isla, Foro Literario, El Paso, Unicornio...), La Laguna (Lemus, Universidad, El Águila, Vera....), La Orotava y Puerto de la Cruz. Algunas de ellas, buena señal, tienen hasta lista de espera, según noticias de última hora.

David, chato, cuando me acerqué a que me firmaras el libro con mi traje sin planchar y mi estudiada barba de tres días no era a ti a quien quería impresionar, sino a la chica del abrigo azul que esperaba en la cola a tu izquierda. Lo digo por la cara de "no cambiarás nunca" que pusiste cuando levantaste la mirada y me descubriste con tan innoble pinta, coronada, ahora que me acuerdo, con las gafas de sol nocturnas que suelo calzarme cuando me quedo sin colirio. Qué te voy a decir yo, si jugamos en ligas distintas. Tú estás casado y tenías la mano entumecida de firmar libros, según me dijiste porque era tu primera vez. Yo simplemente fui a relajarme, disfrutar, y sobre todo a ver si podía colarle a aquella moza que te inspiraste en mí para escribir esa Despedida y cierre tuya que, por otro lado, parece hecha a mi medida. Que te cuente si logré o no mi objetivo queda automáticamente supeditado a que me des permiso para publicar aquí tu relato. Y yo no me tomaría a la ligera la honesta petición de un narcisista.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Solidaridad tinerfeña


El pasado domingo, bajo el lema "Un juguete, una entrada", el Club Rotario organizó en el teatro Guimerá de Santa Cruz un evento solidario para recoger unos 500 presentes a repartir entre diez ONG para luego hacerlos llegar a los más pequeños que menos tienen en el municipio. Lo peor vino luego porque, según aseguraron fuentes de las Organizaciones No Gubernamentales, "aproximadamente el 60% de esos juguetes estaban rotos o tan deteriorados que, simple y llanamente, mejor fue tirarlos a la basura".

Siempre desde la óptica de estas personas, "resulta bastante penoso que la mayoría de los asistentes no haya entendido el sentido del proyecto puesto en marcha desde la solidaridad y es que llegó a verse a algún padre con dos hijos y un solo juguete, que terminó pasando a disfrutar del espectáculo porque no se trataba de negarle la entrada a nadie en un acto de esta naturaleza, pese a no cumplir la mínima premisa exigida".

Fuentes de las ONG añadieron que "la mayoría de los juguetes, sobre el 90%, estaban empaquetados y así los llevaban los críos hasta la entrada, con la excepción de los tradicionales balones de fútbol. Tal vez lo mejor hubiera sido abrirlos allí mismo porque a algunos se les caería la cara de vergüenza. En mi caso, creo tener mucha y me daría auténtico corte donar algunas cosas que se vieron en el hall del teatro".

Añaden las fuentes que "algunos juguetes era mejor que los hubieran tirado a la basura antes de entregarlos allí. No se suelen recoger este tipo de cosas, aunque como hay colectivos que lo reciclamos todo, la mayoría sí lo hicimos en esta ocasión".

La reflexión final resulta contundente por parte de quienes suelen trabajar con los menos favorecidos y no sólo en esta época de la Navidad: "La solidaridad no es eso, los niños con menos recursos tienen exactamente los mismos derechos que los demás y no se trata de regalarles deshechos para conseguir una entrada de manera fácil. Aunque hubo de todo, con honrosas excepciones de los que llevaron lo mejor que pudieron, incluso juguetes nuevos, la generalidad es que había mucha metralla, muchas cositas pequeñas para salir del paso de cualquier manera. Con lo sencillo que era gastarse tres euros en un comercio chino y llevar algo digno de ser regalado".

Fuente: El Día

Ah, bueno, y Feliz Navidul a todos.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Dios los cría


Al contrario de lo que cabría esperar de la Iglesia Católica, que debiera estar siempre con los más necesitados, y una vez confirmada que la fortuna del Sumo Pontífice y del Vaticano es la primera del mundo en estos tiempos de crisis y de hambre en los que muchas familias se las ven y se las desean para alimentar a sus hijos-por no hablar de los miles de seres humanos que mueren cada día de inanición, 35.000 diariamente son niños-, el poder papal, personificado en España por la Conferencia Episcopal se ha lanzado a una nueva "cruzada" en varios frentes. No contento con desafiar la Constitución Española y su espíritu laico, de persisitir en las persecuciones contra los homosexuales cuando deberían mirar dentro de sus propias filas comportamientos punitivos y criminales de pederastia, ahora se embarcan también en la intromisión en empresas como El Corte Inglés, desde los instrumentos de blogs de plataformas ultraconservadoras como la de Ignacio de Arsuaga, fundador y presidente del colectivo Hazte Oir, asegurando que El Corte Inglés ha decidido, simple y llanamente, forrarse gracias a la conmemoración de un hecho histórico, el nacimiento del Niño Dios, del que reniega, para adaptarse a la corriente laicista.¿Lo llevarían mejor si le dieran a la iglesia parte del negocio, o es que temen que se lo quiten a los que llevan tantos siglos negociando con la salvación o condenación ajenas?

Fuente: El plural

martes, 16 de diciembre de 2008

Vigoréxico



Mi vida está girando hacia algo, algo, y yo me dejo llevar. Me ha pasado otras veces, aunque entonces creí que controlaba la situación. Esta vez todo parece más real, lo que significa que a los 45 tendré que tragarme otra vez estas palabras. Hace poco me dijeron que lo realmente malo empezaría cuando me viera solo en casa, frente al espejo; cuando me viera mirándome las uñas, fregando los platos o durmiendo siestas de dos horas. Ignoro cómo es posible que alguien pueda ver aún la vida así, e ignoro -porque las temo- las consecuencias que puede acarrearle a uno semejante noción del tiempo. El otro día escuché que hacerse mayor consiste en darse cuenta de cuán obvias se vuelven las cosas con los años. En mi caso la obviedad no es aceptar que lo mío, como lo de cualquiera, podrá resolverse al final con una mezcla de azares y contactos, sino que, mientras tanto, siempre hay que contar con un plan b para sortear la incertidumbre.



Así que me he propuesto, bajo juramento público en Facebook, adoptar el lifestyle de la Grecia clásica, mientras no me llamen del Inem para algún apasionante curso de agencias de viaje o sobre cómo llenar un currículum: por la mañana me inflo a hacer gimnasia, y a desgastar mi realidad mirándome al espejo cuando termino, y por la tarde me dedico a las tres cosas para las que nací, y por las que nadie piensa pagarme de momento: investigar, leer y escribir. Es el mejor remedio para negarse a la infelicidad porque, sencillamente, nadie puede deprimirse haciendo lo que más le gusta. Convendréis conmigo en que cuando la necesidad aprieta, algún tipo de fe, sea cual sea, surge como mecanismo de defensa. A partir de hoy yo tengo fe, y me declaro oficialmente convertido, a la causa de la vigorexia en varias de sus formas.



¿Lo de mis amigas Paris, Nicole y Angelina? Tomáoslo como meros recordatorios de esta especie de segunda comunión mía, que sin duda va a ser mejor que la primera porque, al menos, tendrá carácter voluntario. Asumir la vigorexia de que os hablo implica la anorexia automática de los propios mitos. Y, como podéis ver, dichos mitos empiezan a perder peso en mis escalas, y ante mis ojos, a cada minuto que pasa. Abrazos a tod@s.

domingo, 14 de diciembre de 2008

¡Huuuuuuuuuuuuuuyyyyyyy!

¡Me cago en diez, entre lo del Madrid y esto, al final va a resultar que nuestra felicidad se reduce sólo a una cuestión de puntería!



Más suerte para otra vez, compañero (lo digo porque el autor del lanzamiento es periodista, y porque comparto su línea editorial). Por cierto, ¿se han fijado en los reflejos que todavía exhibe aquí, el analfabeto alcohólico?

Buenas noches.

viernes, 12 de diciembre de 2008

En la cola del INEM

Día 1. 7:30 de la mañana. No tengo ni puta idea de cómo funciona la cola del Inem porque jamás me he visto en una situación semejante a mis esplendorosos 35, razón de más para no haber dormido en toda la noche. De hecho, por primera vez, mi edad se me antoja una especie de ignominia de camino a la cola, con la de oportunidades que habré tenido de sentir lo mismo en La Noria, reflexiono. Llego a las dependencias. Sólo 10 personas. Me siento en un portal junto a la oficina, y al poco llega un matrimonio que se me sienta al lado. Ella, que se llama Belén, empieza a hablarme de su vida junto a su marido. Los dos se han quedado en la calle. Por razones que se me escapan, el hombre ha descargado cajas durante 27 años, y ahora sólo acierta a hablar de hernias y pinzamientos. Ella tiene muchos títulos, dice, pero su rostro ajado y su onicofagia delatan lo contrario. Belén se enorgullece de su hija, "qué inteligencia tiene", me cuenta, cuando en lugar de reprender a sus progenitores les ha parodiado la desgracia, saltando sobre la cama y gritando "qué guay, qué guay, que ya somos pobres". No sé qué edad podrá tener la hija de Belén, ni lo pregunto. Cojo un número para disimular porque en realidad estoy allí para olisquear la distribución de la oficina; lo cierto es que pienso arreglarlo todo mañana. A lo mejor le he jodido la vida a alguien cogiendo ese maldito número. Decido marcharme, y por la noche vuelvo a dormir mal pensando en mi hijo, en la hija de Belén y en lo que le haría a determinados hijos de puta.

Día 2. 8:20 de la mañana. Efectivamente, ayer no tenía que haber venido tan pronto. En la cola, hoy la conversación es más jebi (término, todo sea dicho, que me recuerda a cuando yo no era más que otro burgués para el saco). Sé que no váis a creerlo, pero ante mí se reproduce la escena de los dos albañiles que hablan de lo imposible que está el sur por culpa de los inmigrantes que les quitan el trabajo. Yo miro a mi alrededor y me siento como en una de Buñuel: arrugas, tatuajes que cuestan la mitad de un subsidio, años de claudicación, viejos que quizá ya lo fueran cuando jóvenes, un tipo nacido en el 67 que revisa su título más preciado (el graduado escolar), y otro viejo, calvo y sin seguro dental, que nada más abrir la sede la toma con la encargada de seguridad, una chica altruista que, sin cobrar por ello, guía a todos, analfabetos o no, por ese laberinto de pantallas, funcionarios-ruleta rusa y turnos de papel. "Es demasiado temprano para empezar así, ¿no cree,caballero?", le espeta la segurita. La primera chica que me atiende a mí es sincera, tanto que me dice que mi doctorado no sirve para una mierda a efectos de mercado laboral. A la segunda se le cae el sistema un par de veces, pero logra meterme in extremis en la bolsa de empleo y concederme la prestación, que ascenderá a la nada desdeñable cifra de 1.050 euros, me comunica, lo que yo juzgo como una auténtica basura teniendo en cuenta lo cotizado hasta ahora en mis dos trabajos conocidos, el que me asqueó hasta el punto de dejarlo por higiene mental, y el que me gustaba hasta que descubrí que en realidad no existía. Me pregunto inmediatamente cuánto cobrará el marido de Belén, por cuánto dinero se habrá levantado ayer tan temprano. Cerrado mi expediente, salgo de la cola y celebro al fin mi estado con mis nuevos amigos:

miércoles, 10 de diciembre de 2008

15 años de DOOM

No soy lo que se dice un friki de los videojuegos. Aun así, quepa hoy una reseña conmemorativa en honor de Doom, el shooter que nos deslumbró por siempre al abrirnos un infinito abanico de posibilidades para embrutecernos, hacernos menos hombres y postergar nuestras primeras relaciones sexuales, cosas todas ellas que jamás le agradeceremos bastante. ¿O es que acaso los que ahora se divierten con Grand Theft Auto han olvidado que hubo un día, allá por 1993, en que merced a aquellos benditos intel con MS-DOS 5.0 creyeron que el infierno se abría bajo sus pies gracias a este revolucionario programa de id Software? Pues, ahí es nada, la semana pasada Doom cumplió quince años, de modo que ya nos va tocando recordar unos cuantos datos de interés:

1) Este NO fue el primero en su género, como se empeña en insistir la leyenda urbana menos informada. Antes estuvo el no menos mítico Wolfenstein 3D.

2) El título del juego procede de algo que dice Tom Cruise en la película El color del dinero. No, no sólo no estoy loco, sino que reto a los cinéfilos de esta casa a que desentrañen el misterio.

3) Tras él llegaron joyas más recordadas aún, según algunas preferencias populares, como Duke Nukem (¡cuando los héroes patentados por Schwarzenegger todavía partían el bacalao!), Rise of the Triad (con aquellos nazis que imploraban en el suelo por su vida al grito de No...please!) y sobre todo, el grandísimo e inimitable Blood.

Vean, vean cómo ha cambiado la cosa desde la primera versión de Doom, hasta la tercera y última -por el momento-, lanzada el pasado año:




A todo ese loco mundo virtual de demonios, de ultraderechistas satánicos, de chulos de sci-fi bastarda, de puertas secretas y de descuartizamientos sin heridas, gracias otra vez. Gracias por ayudarnos a procrastinar los peores problemas de nuestra juventud hasta que nos explotaron en la cara, y gracias también por movernos, con sus torpes fantasías, a comprender que nada hay más bizarro que una realidad mal gestionada.

Sayonara, babies.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Acorazado

Llevo tres juergas más o menos salvajes en siete días. Y, por lo demás, me hallo en un limbo completamente fresco, nuevo, agradable por ese vértigo que proporciona despertar de un largo sueño, y en el que, por una parte, me siendo desnudo y expuesto ante todo el mundo (en parte por culpa de esta bitácora) y, por otra, acorazado contra cualquier hecatombe (más) que esté por llegar. Si no me has entendido, quizá sea porque todavía eres de los que ven a Cristo en esta foto:



Yo estoy aprendiendo a ver al niño sentado en las rodillas de su padre. Incluso ha dejado de darme miedo profundizar más en la imagen, para acaso descubrir que tampoco se trata de un niño y su padre, sino de una maceta llena de girasoles, un libro de autoayuda o una bomba nuclear. Creo que al menos voy a necesitar otros nueve años para contároslo. Hasta entonces, lo único que puedo hacer, para empezar, es regalaros el fondo musical de un lunes sin prisas.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Yo no me relaciono con cualquiera


Puede que sea cierto, aunque sería muy triste, que un hombre se mide por el calibre de sus enemigos. Personalmente, yo me inclino por otros refranes más sanos y cínicos, como el que induce a amar a tu vecino escogiendo a tu vecindario, o el taxativo de Voltaire El paraíso está donde yo estoy. La filosofía, a partir de esta frase, no ha levantado cabeza.

Viene a cuento el ideario porque me jode seguir a expensas de tanta ignorancia. Mira a tu alrededor y dime si no asombra el número de universitarios que han dejado de preguntarse las causas de sus males laborales y dedican su esfuerzo a mirarse el ombligo, mientras quienes lo han dicho todo antes que ellos, o quienes les contratan, les roban la posibilidad de pensar por sí mismos o especializarse. Dime si no aflige que prevalezca en las conversaciones el sentido empresarial de la competitividad en lugar del integrador, y eminentemente humano, de la empatía. Si no fascina, para mal, la cantidad de empresas periodísticas que se limitan a informar de lo que sucede sin aportar jamás la mínima clave sobre las razones de tales sucesos, negando por tanto su utilidad para la vida civil. Si no te escandaliza el porcentaje de mujeres que retroceden ante una promesa honesta, pero que aseguran que tendrán un hijo a los 30, con padre que lo acompañe o sin él. Si no espanta el vacío de miradas en los ascensores, y más los consuelos que a la clase media se le conceden contra tanto aburrimiento, por lo general tecnológicos, narcisistas o ilegales.



Es sobrecogedor vernos caminar voluntariamente por la superficie más banal del iceberg y aceptar que nos matan de miedo, mientras unos pocos se quedan con la Bolsa y dejan que el resto crea que le va a tocar la bonoloto.

Un mundo al revés en el que, parafraseando a Galeano, para elogiar a una flor se le dice que "parece de plástico". Mientras todo cambia (es inevitable que lo haga) y yo aplico a rajatabla lo del dime con quién andas; mientras espero a ver cómo recogen la miseria que pretenden obligarme a sembrar, por mí que vayan enterrando a los que gritan porque no tienen nada que decir, que este que está aquí vende su atención a precio de oro.

Y vale, hoy me siento depre. Que, como dice Javier Krahe, no todo va a ser follar.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Apuntes de La Noria.

Pasan los años, pero el Mojos sigue siendo nuestro principal bastión. Dúos de chicas solas como nosotros, dúos de solos, qué contrasentido, espalda contra espalda. Un banquero alcohólico al que suponía recuperado se restriega contra una rubia que en el fondo también busca una familia, aunque no seré yo quien se lo pregunte jamás. La rubia le ofrece otro whisky al banquero, pero su amigo se lo aparta con un gesto. Por hoy ya ha vivido bastante.

En el Reunidos no sé qué pasa; esta noche hay una extraña fiesta. Un marco selvático, una veinteañera se cuelga una serpiente en la entrada, quiera dios que para pagarse los estudios. Pero cuando entramos sólo hay cardos bailando música latina. Los cardos nos arrinconan poco a poco contra las mesas y sillas del restaurante que los dueños han apilado un rato antes para que puedan bailar. Nos da por irnos justo cuando el soniquete cambia y pinchan Destination Unknown. Salgo del local con todo esto en la cabeza:



En el Bulán la conversación se pone intersante. Se habla del documental de mi anterior entrada (¿dónde está el debate que os pedí, cabrones?) y del libro Hitler ganó la guerra, de Walter Graziano. Si lo dicho en ellos es cierto, somos los tipos menos libres del mundo, porque nos gusta pensar que la libertad es poder hablar de esos temas en un ambiente selecto.

De vuelta al Mojos. Las gogós nos calientan superficialmente, más o menos como todo lo que se hace aquí. Ahora tocamos la cuestión laboral. Se cruzan secretos y promesas, pero las luces se encienden pronto. Coño, como que ya son las tres.

La música de Electric Six tiene dedos propios que nos dirigen al Musa. Le echo las babas a una amiga de mi hermana, asisto al reencuentro etílico de una pareja que a punto ha estado de separarse y me presentan como escritor a una hermosura gótica con la que nadie, por lo visto, tiene nada que hacer. Al final decido tirarme, cuan largo soy, con mis mejores galas y mi peor afeitado, en uno de esos habitáculos sombríos que tiene este sitio, y que recuerdan a los antiguos fumaderos de opio. Una rubia se insinúa un par de veces mientras estoy en el suelo, mirando de espaldas y por detrás de su copa, y al poco me soplan que es profesora de aeróbic. Yo no hago nada y me largo, por supuesto. Tardo una hora en llegar a casa, andando, sin distinguir bien la acera de la calzada, pero pensando positivamente en la navidad que está por llegar. Dejadme ser el primero que os felicite a todos.