martes, 16 de diciembre de 2008

Vigoréxico



Mi vida está girando hacia algo, algo, y yo me dejo llevar. Me ha pasado otras veces, aunque entonces creí que controlaba la situación. Esta vez todo parece más real, lo que significa que a los 45 tendré que tragarme otra vez estas palabras. Hace poco me dijeron que lo realmente malo empezaría cuando me viera solo en casa, frente al espejo; cuando me viera mirándome las uñas, fregando los platos o durmiendo siestas de dos horas. Ignoro cómo es posible que alguien pueda ver aún la vida así, e ignoro -porque las temo- las consecuencias que puede acarrearle a uno semejante noción del tiempo. El otro día escuché que hacerse mayor consiste en darse cuenta de cuán obvias se vuelven las cosas con los años. En mi caso la obviedad no es aceptar que lo mío, como lo de cualquiera, podrá resolverse al final con una mezcla de azares y contactos, sino que, mientras tanto, siempre hay que contar con un plan b para sortear la incertidumbre.



Así que me he propuesto, bajo juramento público en Facebook, adoptar el lifestyle de la Grecia clásica, mientras no me llamen del Inem para algún apasionante curso de agencias de viaje o sobre cómo llenar un currículum: por la mañana me inflo a hacer gimnasia, y a desgastar mi realidad mirándome al espejo cuando termino, y por la tarde me dedico a las tres cosas para las que nací, y por las que nadie piensa pagarme de momento: investigar, leer y escribir. Es el mejor remedio para negarse a la infelicidad porque, sencillamente, nadie puede deprimirse haciendo lo que más le gusta. Convendréis conmigo en que cuando la necesidad aprieta, algún tipo de fe, sea cual sea, surge como mecanismo de defensa. A partir de hoy yo tengo fe, y me declaro oficialmente convertido, a la causa de la vigorexia en varias de sus formas.



¿Lo de mis amigas Paris, Nicole y Angelina? Tomáoslo como meros recordatorios de esta especie de segunda comunión mía, que sin duda va a ser mejor que la primera porque, al menos, tendrá carácter voluntario. Asumir la vigorexia de que os hablo implica la anorexia automática de los propios mitos. Y, como podéis ver, dichos mitos empiezan a perder peso en mis escalas, y ante mis ojos, a cada minuto que pasa. Abrazos a tod@s.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Angelica Jolie parece Golum,...GOLUM,...

Unknown dijo...

Así me gusta, un ser con fundamento. Ánimo puntal.

Paul dijo...

Anónimo: Y Nicole un Furby.

Perenken: Sé que te gusta.

Puesfijate dijo...

Podías poner unas fotos tuyas después de salir del gimnasio en vez de éstas que dan bastante asco. Ya me encargaría yo de difundirlas entre mis alumnos de ética...

Paul dijo...

Puesfíjate: Si tus amigos prefieren ver fotos mías al salir del gimnasio creo que debes reforzar esas clases. ¿Y dices que tú las difundirías, piratón?

Puesfijate dijo...

jajajajajajajajajajja