miércoles, 3 de diciembre de 2008

Yo no me relaciono con cualquiera


Puede que sea cierto, aunque sería muy triste, que un hombre se mide por el calibre de sus enemigos. Personalmente, yo me inclino por otros refranes más sanos y cínicos, como el que induce a amar a tu vecino escogiendo a tu vecindario, o el taxativo de Voltaire El paraíso está donde yo estoy. La filosofía, a partir de esta frase, no ha levantado cabeza.

Viene a cuento el ideario porque me jode seguir a expensas de tanta ignorancia. Mira a tu alrededor y dime si no asombra el número de universitarios que han dejado de preguntarse las causas de sus males laborales y dedican su esfuerzo a mirarse el ombligo, mientras quienes lo han dicho todo antes que ellos, o quienes les contratan, les roban la posibilidad de pensar por sí mismos o especializarse. Dime si no aflige que prevalezca en las conversaciones el sentido empresarial de la competitividad en lugar del integrador, y eminentemente humano, de la empatía. Si no fascina, para mal, la cantidad de empresas periodísticas que se limitan a informar de lo que sucede sin aportar jamás la mínima clave sobre las razones de tales sucesos, negando por tanto su utilidad para la vida civil. Si no te escandaliza el porcentaje de mujeres que retroceden ante una promesa honesta, pero que aseguran que tendrán un hijo a los 30, con padre que lo acompañe o sin él. Si no espanta el vacío de miradas en los ascensores, y más los consuelos que a la clase media se le conceden contra tanto aburrimiento, por lo general tecnológicos, narcisistas o ilegales.



Es sobrecogedor vernos caminar voluntariamente por la superficie más banal del iceberg y aceptar que nos matan de miedo, mientras unos pocos se quedan con la Bolsa y dejan que el resto crea que le va a tocar la bonoloto.

Un mundo al revés en el que, parafraseando a Galeano, para elogiar a una flor se le dice que "parece de plástico". Mientras todo cambia (es inevitable que lo haga) y yo aplico a rajatabla lo del dime con quién andas; mientras espero a ver cómo recogen la miseria que pretenden obligarme a sembrar, por mí que vayan enterrando a los que gritan porque no tienen nada que decir, que este que está aquí vende su atención a precio de oro.

Y vale, hoy me siento depre. Que, como dice Javier Krahe, no todo va a ser follar.

2 comentarios:

Puesfijate dijo...

Te recomiendo un libro, Paul: La conquista de la felicidad, de Bertrand Russell. Me cambió la vida. Es como un manual de autoayuda pero en vez de decir gilipolleces esta escrita desde el sentido común.

Creo que "Lo que no está..." está a veces teñido de cierta melancolía byroniana. Pero como dice Russell atribuir la tristeza a las ideas es poner el coche delante del caballo: el hombre feliz tiende a adoptar un credo feliz y el hombre desgraciado un credo desgraciado.

Bueno, yo lo explico fatal. Mira, no te lo compres. Yo te lo regalo. A mí también me lo regalaron hace ahora 16 años.

Un abrazo

Paul dijo...

Puesfíjate: Que tú me hagas un regalo el día te tu cumpleaños no es de recibo. Felicidades y tranquilo; aunque tenga mis días yo tiro más por el primer credo.