viernes, 24 de octubre de 2008

Miedocres




El término no es mío, sino de otro de los grandes héroes falsos de nuestro tiempo, que fueron jóvenes en los 90: Risto Mejide. Los define así en su libro El pensamiento negativo: "Están por todas partes. No es que vivan entre nosotros. Es que sonambulean por nuestra vida muertos de sueños. Disimulan sus líneas de impresión, se tiñen las ganas de gris y se especializan en ninguneo, pero si te fijas bien, por ahí andan. Da igual que ejerzan como banqueros, agentes de seguros (...) o jornaleros. Los reconocerás enseguida por su olor a moqueta, naftalina y cubículo de PVC. Son inconfundiblemente confundibles".

Miedocres.

Y ahora vengo yo, con otra de mis listas, recabando vuestro apoyo para cincelar un perfil definitivo del perfecto mediocre español. Seguro que vosotros tenéis una gran apuesta para empezar. Pues bien, yo la veo y subo a:

1) Un jefe que tuve, de ideología abertzale, que fue a pedir una indemnización a su banco, por daños y perjuicios, el día que el cajero se tragó su tarjeta de crédito.

2) Una payasa que ayer le dijo a mi mujer varias veces que estaba por pasar cada día a las seis de la tarde por mi trabajo, para que su hijo se entretuviera con nuestros pitos de protesta por el cierre de la empresa.

3) Los que se decían mis amigos en la profesión, que todavía no me han llamado ni para saber cómo estoy, mientras otras personas del gremio que sólo conocía tangencialmente están removiendo cielo y tierra para mejorar mi futuro, y el de algunos de mis compañeros a los que conocen menos que a mí.

4) Las perracas de La Noria capaces de bajarme de mi momentáneo éxtasis ególatra causado por el alcohol, la ropa limpia y el chill out, por culpa de una conversación a destiempo sobre "lo mal que está todo", sus tatoos baratos o los trabajos con los que se pagan la carrera.

5) El que cree que bromea diciéndome que no hay duda de que mi hijo es mío, porque se parece a mí.

6) Un concejal que me pagaba los cortados cuando cubría temas de política local en su municipio, que dejó de saludarme al pasar a la sección de Sociedad.

7) Otro de la oposción que hizo lo contrario: no me saludaba, hasta el día que me vio doctorarme.

6) Un abogado y cofrade lagunero que me decía cada día que me afeitase, ataviado el pobre con calcetines blancos y mocasines.

Se acabó la lista.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Cuando leo a Risto, a Ramón de España, a Antonio Albert o a Álex de la Iglesia siento una agradable desazón y pienso: ¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí antes?.

El "miedocre" tiene su precedente en el "truño", dibujado magistralmente por Ramón de España en su imprescindible volumen: "El odio". Allí le casca también a Emilio Aragón, a Ana Belén y Víctor Manuel, a los abertzales y a todo tipo de gentuza.

De Antonio Albert hace tiempo que no sé nada. Probablemente puesfijate pueda decir algo al respecto. Albert fue el instigador y principal introductor del término "casposo" en la lengua popular. Sus críticas de cine eran antología de precisión, mala hostia y buen gusto.

Paul, centrándonos en tu lista (me partí culo), creo que conozco a algunos de los ejemplares. Yo incluiría además:

1.- Un abyecto matrimonio de viejos, presidente y secretaria respectivamente de una organización de sordos que había en mi edificio. Imaginar esos dos cuerpos en cópula no sólo me revuelve las tripas, sino que me hace avergonzarme de la raza humana. Tenían la mala costumbre de fumar juntos en el ascensor. Un día me echaron el humo a la cara, con descaro. Atrevidos. Yo me paraba en el tercero, ellos en el sexto. En el segundo piso aceleré mi terrible venganza interior. Les sonreí ufano y coqueto al bajarme. Parte de mí quedó con ellos para siempre.

2.- Jose, "El Flaco", ex director de los Singuangos, del que ya hablé en otra entrada. Apunto aquí que 12 años después de humillarme públicamente en el I.E.S. Teobaldo Power, reincidió en su ominosa actitud hacia mi persona en mi propio centro de trabajo. "¿Dónde está el abogado?", dijo refiriéndose a mi compañero de despacho, del que conocía perfectamente su nombre; ninguneándome por ende a mí al dar por hecho que no había más abogado allí que mi compañero. Felicidades, Jose. Volviste a zaherirme. Volviste a tocarme el culo. Y lo sabes.

3.- Un godo asqueroso, director de una inmobiliaria, al que visité en el año 98, en aras de preguntar por una oficina que estaba a la venta. Utilizando las más previsibles técnicas de márketing de curso CEAC, machacó mi vanidad y cuestionó mi valía como profesional por el hecho de haber estudiado en Canarias. Asistí atónito a su despliegue, sin decir palabra. Por supuesto, no cerramos trato alguno. Godo asqueroso, pienso en ti y tengo deseos incontenibles de bajar a comprar EL DIA.

4.- El propietario de un kiosco de prensa al que suelo ir (no, no es Kiosco Culasho). Cuando algún periódico en domingo regala un libro, una película, una cuchara o la gran puta su madre, el muy cerdo me despacha sólo el períodico y la revista. Se me queda mirando y espera mi réplica complacido, autosuficiente: "¿Hoy no regalaban el primer tomo de la enciclopedia?" o "¿No daban hoy el tablero de ajedrez?", le imploro. Despacha el obsequio y me mira ahora henchido del orgullo y la vanidad que supone haber vuelto a ganar.

Paul dijo...

Manuel: Me quito el sombrero. Tu comentario está mejor que mi entrada.

Puesfijate dijo...

Este post, de gran altura, merece comentarios de gran altura como el de Manuel. Así que dejaré una pequeña contribución pero prometo volver a la carga con más perfiles.

Ahí va el mío:

Me referiré a un médico que nadie sabe cómo se sacó la carrera -algunos de sus compañeros de bachillerato expresaron su sorpresa cuando le vieron ejerciendo. Después se supo que se aprendía todos los libros de memoria (la inteligencia de los tontos): como para ponerse en sus manos. Gordo seboso, aunque no incidiré en el físico porque de eso él sólo es parcialmente responsable.

Lo peor era -supongo que seguirá siendo- su talante clasista, ése que sólo pueden demostrar los que aún no se creen cómo llegaron tan lejos en la vida, y su manía de hablar 25 decibelios por encima del que hablara más alto a su alrededor.

En el club había que entrar con camiseta a la sala de televisión. Él entraba sólo con un asqueroso bañador turbo aún húmedo de la piscina. Interpelado respetuosamente por el empledo, que cumplía con su trabajo, contestó mirándole con esos ojos de lenguado sacado a destiempo del agua: "¿La camiseta? Es transparente".

Así se electrocute con el cable de la tele...

Unknown dijo...

Lo siento, yo sólo dispongo de un ejemplo:

Guaperillas, de gesto amable, cara agraciada, tono afable, con un inconfundible tufillo a perdonavidas que empieza a destilar después de cinco minutos de conversación. Arribista por antonomasia, de vervo fácil y empalagoso, su palabra es ley y su sentencia cátedra.

Falso pijo salido del arrabal, empalagoso, que vive de las apariencias. Casó bien con un florero a modo de trampolín, y ahora lo ves ufano codeándose entre la gente bien mientras todo el mundo se pregunta: ¿De donde habrá salido este fantoche?,...y lo más importante ¿quien coño le habrá invitado?.

Presume de lo que tiene y de lo que no, también. Clasista convencido y reafirmado en nuevo rico de pacotilla que no tiene dónde caerse muerto. Encantador de serpientes y alquimista que te vende plomo como si fuese oro.

Elemento peligroso que hay que evitar a toda costa, y de seguro ya conocerán todos ustedes,...

Unknown dijo...

Francisco, hay mucho rencor en tu corazón. Debes perdonar. Puedes perdonar.

Unknown dijo...

Manuel, no me refería a él, pero casi que también le va...

Paul dijo...

Manuel: yo creo que Francisco SÍ habla de él, pero te deja con la duda para que te intrigues, como si fueras una veinteañera en La Noria. Fanfi, no te dejes persuadir.