miércoles, 1 de octubre de 2008

Porque es de bien nacidos


La recua de "salsas agridulces", como ellos mismos se denominan, que comenta en este blog se lo va a pasar en grande con esta entrada. Pero la exquisitez y frecuencia con que mi amigo Berni me ha tratado en su bitácora me obliga a corresponder declarando públicamente mi agradecimiento, primero, por tantos años de buenas conversaciones y, segundo, por acercarme a la blogosfera hasta el punto de crear esta especie de reverso tenebroso de su divertidísimo y familiar Puesfijate.

Berni es, ante todo, un tipo sano cuya mejor descripción de sí mismo me la proporcionó él una vez, con una frase enunciada en su habitual tono soñoliento, y sin reparar en que con ella me ofrecía la clave de la existencia ("Habré muerto el día en que se me acabe la curiosidad"). Coincidimos más de lo que parece en nuestra visión de la vida, aunque tal vez las pelotas que tuvo para marcharse son la única cosa que nos diferencia lo suficiente como para que yo hoy esté a un paso del paro y él, para bien o para mal, en el principal rotativo de España. Felicidades por ello, una y mil veces, y a pesar del gremio, de las horas extra y de la puta crisis.

Hasta aquí mi homenaje. Le robo la foto de su blog, sin pedirle permiso, como él hizo con la mía. Y al que haga un solo chiste sobre lenguas y culos lo baneo in aeternum.

3 comentarios:

Puesfijate dijo...

Joder, macho. Me he quedado sin palabras. Muchas gracias. En unos días nos vemos en el concierto de Barricada, ese acontecimiento generacional, como lo definimos el otro día con Manolo, y filosofamos un rato, que al final es lo que más nos gusta.

PS: Chicas, tengo fotos bastante mejores, eh

Puesfijate dijo...

Ah, se te olvida otra diferencia entre tú y yo. Tú estás compartiendo tu vida con una chica maravillosa y tienes a esa criatura que da respuestas tan ingeniosa y yo sigo haciendo el indio en las discotecas, cuando no directamente en las cunetas de los caminos.

Esa te la cuenta cuando vaya para allá.

Paul dijo...

Puesfijate: Espero tu anécdota como agua de mayo